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Opinión

Una semana de furia

Una semana de furia

En los últimos siete días, el protagonismo se lo llevaron los violentos. Hay que bajar un cambio.

Son las noticias que menos gustan escribir, pero a veces es necesario exponer que se nos están yendo las cosas de las manos.

En la última semana vivimos variados episodios de violencia que hay que tratar de no normalizar, como sucede con tantas otras cosas que estan mal, y que dejamos pasar por alto como los insultos a los jugadores e hinchas rivales y a los colegiados.

Los eventos en cuestión han incluido desde agresiones a la prensa, pasando por los disturbios entre jugadores masculinos y femeninos, dentro y fuera del campo de juego. Una barbaridad tras otra.

Aunque vamos a repasar los eventos puntuales, la cuestión no va dirigida a nadie en particular, ni a instituciones, ni a la Liga, ni a los clubes. La reflexión ha de ser social, para enfriar la mente y para tomar conciencia de lo que estamos demostrando en el ambiente donde miles de niños crecen y se forman por elección propia.

El pasado domingo el triunfo agónico de Sporting en el Superclásico se vio opacado por la agresión de simpatizantes a la prensa, y a jugadores. El pasado miércoles en la fecha de fútbol femenino también hubo duelos importantes que también se vieron empañados por un evento violentísimo en el último partido entre Rosales y Confraternidad que culminó con 5 expulsadas por equipo, amenzas de todos los colores, y el lamentable saldo de una jugadora hospitalizada. Y que decir de lo ocurrido el sábado en el Perfecto Domínguez con una real batalla campal entre jugadores de Sportivo Laboulayense y Sporting a la salida del estadio, con tumultos y focos varios. Estos son tres ejemplos graves a las que hay que sumar los normalizados insultos de punta a punta que hay en cada uno de los estadios todos los fines de semana.

Poco se está colaborando de adentro y de afuera de la cancha para parar con esto, y cuando empiezan a llegar multas y sanciones prevalece el enojo con los tribunales y con los organismos de seguridad; e incluso lo más básico, con los arbitros, y hay muy poco de mea culpa por la violencia que se genera en cada rincon de los estadios.

Venimos de un par de temporadas de paz y calma que hacen que podamos tomar esto como hechos aislados en una semana furiosa; nos corresponde a cada uno de nosotros aportar la gota de agua que apague este incendio, pero también nos corresponde abrir una gran manguera para dar el ejemplo. Siempre digo que pagar una entrada a la cancha nos convierte en primates, insultadores seriales que descargamos en dos o tres personas todas las frustraciones de la vida; pues la cancha no es para eso, es para disfrutar del deporte más lindo y pasional del universo; para lo demás se recomienda terapia con profesionales.


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