El mundo del fútbol argentino sufre un sacudón tras conocerse que el jugador se quitó la vida.
Dolor y reflexión. Son dos de las sensaciones que mas se ven por estas horas en el mundo fútbol al conocerse en las últimas horas que uno de los máximos ídolos de Godoy Cruz se quitó la vida.
Santiago el «morro» García decidió terminar con su vida a sus jóvenes 30 años tras un periodo depresivo que al parecer venía desde hace tiempo, y que nunca pudo superar.
Según las versiones televisivas, el goleador hacía ya un par de días que no atendía el teléfono, por lo que el suceso puede haber ocurrido antes de lo pensado, dejando expuesta la real soledad que vivía.
Se supo también que estaba bajo tratamiento psiquiátrico; y también alguna que otra vez se mencionaba su gusto por el alcohol y la noche; aunque parece que no era mas que una forma de desahogarse.
El hecho pone en tela de juicio la exigencia del fútbol profesional; y desencasilla al futbolista del estereotipo de «jóven millonario que tiene el futuro económico asegurado por patear una pelota».
La realidad es también otra, la que dice que la exigencia futbolística ahora (y desde hace tiempo) es potenciada por la exigencia mediática y cibernética; que el éxito tiene pocos sinónimos y, a su vez, siempre está a un paso del fracaso.
La vida privada de García sufrió alguna que otra vez alguna filtración desprestigiosa; pero al fin de cuentas nadie se estaba preguntando que pasaba con él, pues dentro de la cancha siempre rendía y no podemos imaginar una buena campaña de Godoy Cruz sin que él sea el referente del plantel.
Será tema de análisis para los clubes el ver cuanto tiempo y dinero invierten en la salud mental de sus jugadores para evitar que esto siga sucediendo.
El morro nos toca de cerca por su carisma, que lo convertía en un personaje querido del hincha común; por su gran potencial goleador que siempre lo acercó a los clubes grandes aunque nunca se dio. Y más aún cuando junto a Juan Brunetta terminaron siendo de lo mejorcito de un equipo que estaba en búsqueda de una identidad. Fue justamente Juan, uno de los tantos que le dedicó un sentido homenaje en sus redes.
Que en paz descanse el morro, y que su partida sirva para exponer los mundos antes mencionados.