Una pequeña reflexión sobre mi breve historia con Ronald Biglione; la amistad en el deporte, y lo que significa ser parte de un club. Gracias a quien se tome el tiempo de leer.
Ronald Biglione fue, personalmente, un amigo del fútbol. Nos conocimos hace unos 3 años atras en Huracán, nos arrimamos de a poco por compartir en el club, y luego ya empezamos a juntarnos particularmente como amigos. Fue un gran lamento cuando tuvo que irse del globo, pero eso no afectó en nada lo que ya compartíamos.
Tuvimos un par de andanzas, nos mandamos algunas cagadas y la pauli (su señora) nos tenía entre ceja y ceja cuando nos juntabamos (jaja). Incluso, por suerte, pudimos compartir una última juntada en el cumple de Josefina (su hija), y hasta por esas casualidades pude ir a ver su último partido y sacarle algunas fotos (últimamente no estoy sacando fotos los domingos por estar comprometido con las transmisiones radiales). Si no le llegaba a sacar fotos, me iba a ligar unos retos de la adri, su mamá.
Todo el tránsito de su «enfermedad», que duró apenas unos 18 días, a mi me pareció eterno. Lloré cuando me enteré porque me asusté debido a que la cosa empezaba muy similar a los antecedentes por los cuales había perdido a su hermana Jenny unos años atras. Ese día él ya estaba internado en Villa María y nos mandó un mensaje que estaba escuchando nuestra transmisión del partido entre Central y Huracán.Fue un mimo al alma.
Pasaron un par de días, los médicos nos dijeron que iba a estar bien y la verdad me alegré mucho, hablamos con él y nos reímos de la situación y fue la última vez que tuvimos contacto. Ese mismo día, después de gritar a los cuatro vientos que iba a estar bien, Ronald tuvo una descompensación y terminó intubado y dormido. Fue el comienzo de 2 semanas de partes médicos que iban y venían, de tratamientos y antibióticos, de pocas mejoras hasta el mas triste de los desenlaces, se nos fué.
Se nos fue y perdí la fé, me enojé con la fé, porque este pibe de mi edad, un tipo sencillo y bonachon, dejó una familia hermosa en plena crianza, y unos padres injustamente castigados por este maldito destino, les/nos arrancaron un ser incompensable, imposible de reemplazar.
En fin, si te tomaste el tiempo de conocer mi breve historia con Ronald, que no es nada de otro mundo, te cuento que mi reflexion al final de esta historia es que el deporte es pura amistad. Jugar a la pelota no es solo competir ni ganar, ni meter goles. Hacer un deporte colectivo es conocer gente nueva, hacer amigos, compartir cosas y tratar de tirar para el mismo lado (incluso ni siquiera hay que ser deportista, yo era colaborador). Por eso los clubes nunca deben desviarse del objetivo principal del deporte que es contener socialmente a los chicos, enseñarles valores y respeto. Lo mismo corre para las autoridades políticas que deben allanar el camino para que las instituciones crezcan.
Y, por último, acérquense a dar una mano a los clubes. Yo estuve 4 años ligado a Huracán y aunque nunca cobré un peso, si me hice millonario en amistades como las de Ronald y varias mas. Los clubes necesitan que la gente se interese, dé una mano en lo que sea y aporte su grano de arena, que no es solo pagar una cuota. Despues si se gana el partido, si se sale campeón, será solo una parte mas de un todo, que cada día le da una mano a miles de pibes para salir de los peligros de la calle.
Cierro diciendote nuevamente, querido Ronald, que te voy a extrañar. Y ojalá donde estés ya te hayas errado un par de goles pedazo de burro querido.